Hace un año que decidí no comprar más en comercios de fast fashion y aún me estoy riendo de mi ingenuidad cuando tomé esa decisión. Si tienes una economía normal, como es mi caso, a la primera que vas a comprar algo en una marca pequeña y ética te llevas un susto mortal: con tres cositas agotas todo el presupuesto que tenías para una temporada entera. Y no, no es un abuso (casi nunca), es lo que realmente cuesta producir artículos de forma respetuosa con las personas y el medio ambiente, con tiradas relativamente pequeñas, pensados para durar.
Pero tampoco es un lujo pensado para ricos, lo que pasa es que cuando quieres salir del bucle del consumo no se trata simplemente de ir a comprar a un sitio diferente, es un cambio de perspectiva a todos los niveles y eso lleva su tiempo.

Me sigo peleando para conseguir cuadrar en mi presupuesto este tipo de ropa, y sinceramente no sé si alguna vez conseguiré no tener que tirar de Zara para alguna cosa, pero mientras tanto creo que os puedo contar algunas ideas que he ido aprendiendo y que ayudan a ir cambiando el rumbo, muchas son cosas que han hecho nuestras madres y abuelas toda la vida, ninguna genialidad, pero yo siento que están por redescubrir:
- Lo primero primerísimo: abrazar al minimalismo como tu mejor amigo y compañero creo que es indispensable. Yo lo tuve fácil con mi propia ropa porque me pilló la mudanza desde Canadá, tenía que reducir paquetes, y me quedé sólo con la ropa que me encantaba, pero creo que me pasé un poco la verdad, todavía no he encontrado el equilibrio. Lo que sí puedo decir es que da mucho gusto abrir el armario y ver que todo lo que hay te parece precioso. Sencillamente si compras menos, puedes comprar más caro. Y lo mismo pasa con la ropa de las niñas, y cada cambio de talla es una oportunidad para volver a empezar.
- Comprar de segunda mano: la ropa que menos contamina es la que ya está hecha, y como dicen «one man’s trash is another man’s treasure».
- Reutilizar mucho mucho y cuidar lo que ya tienes. Con las niñas he gastado dinero tonto porque daba por hecho que la ropa de un verano no les valdría al siguiente, pero hay cosas que estiran mucho.
- Comprar tallas más grandes, les dura mucho más y se puede encontrar un equilibrio para que al principio no parezcan payasitos.
- Comprar prendas versátiles: ranitas y vestidos por ejemplo hay muchos que pueden valer tanto para invierno como para verano, haciendo una selección curada de tejidos y estilos tendremos muchas cosas que nos valdrán todo el año y nos quitarán de comprar cosas nuevas cada temporada.
- ¡Aprovecharse de las rebajas! Julio es un poco tarde para esperar a comprar todo lo que necesitas para el verano, pero se puede comprar de cara al verano siguiente. Yo este año me he aprovechado de que en Australia van al revés y compré mucho de lo que necesitaba para las niñas este verano en las rebajas de Enero de Jamie Kay.
- ¡Hacer tu propia ropa! Yo he hecho un par de cosas y me encantan, están fatal hechas, pero espero ir aprendiendo.

El consejo bonus que dejo es dejar de lado la culpabilidad, a veces no tienes tiempo, presupuesto, o simplemente te apetece hacer algo por la vía fácil y no pasa nada, además hay formas de minimizar el impacto incluso comprando en grandes marcas, otro día os las cuento.
Espero que algo os haya servido de ayuda, y si tenéis algo más que aportar me encantaría oírlo ¡o leerlo!


